martes, 20 de marzo de 2012

DIOS PADRE

Las poesías de este blog, a menos que exprese lo contrario, son de mi autoría: Laura Jordán

Todo sea para la mayor honra y gloria de DIOS 
por amor a Jesús, María y José.


EL PADRE MISERICORDIOSO

.
El menor le dijo un día
"Dame la parte que es mía
ahora" pues quería irse
por el mundo a divertirse
con amigos que tenía.


El Padre entristecido
entonces le dio la herencia
y aquel hijo sin conciencia
se fue lejos de su pago.
Entre mujeres y tragos,
malgastó sus pertenencias. 


Como entonces sobrevino
gran miseria donde estaba

y tuvo que trabajar
con un hombre del lugar:
El chiquero le cuidaba.

En tan triste situación
ni un poco de pan tenía
y ni siquiera podía
comer, en esa amargura,
las algarrobas maduras
que aquellos cerdos comían.


Se puso a pensar entonces: 
"mientras de hambre me muero
como un pobre pordiosero
sin un perro que me ladre,
en la casa de mi Padre
comen bien los jornaleros".

 Y así se decidió
en medio de sus desvelos:
Me levantaré del suelo

iré al Padre y le diré:
He pecado contra el Cielo
y he pecado contra Usté.

No merezco ser su hijo,
tráteme como si fuera
un mensual suyo cualquiera
o como mejor le cuadre.
Pensando desta manera,
volvió a casa de su Padre.

Pero, lejos todavía,
fue que su Padre lo vió
y que lo reconoció.
Acortando el largo trecho
apretó al hijo en su pecho
y llorando lo besó.

"Padre mío, yo he pecado..."
como pensaba le dijo.
Pero, el Padre lo bendijo
sin dejarlo terminar
y se puso a festejar
la llegada de su hijo.

Mandó matar un cordero
y ponerlo al asador
porque su hijo menor
había regresado salvo
después de tanto esperarlo
apostado en el portón.


De trabajar en el campo
el hijo mayor volvió.
A un peón le preguntó
qué era aquella algarabía
pues la música que oía
  algún tanto le intrigó. 


Cuando supo que su hermano,
que había llegado vivo,
era la causa y motivo
de esta fiesta familiar,
perdió tanto los estribos
que no quería pasar. 


Le pidió el Padre que entrara
pero dijo con reproche:
Siempre vivo día y noche,
trabajando sin flojera
y ni un cabrito siquiera
me permite que derroche. 


Pero, al otro que ha gastado
sus bienes de tan mal modo
Usted se lo brinda todo
como si no fuera nada,
festejando su llegada.
A esto yo no me acomodo.


                                                                 Hijo mío, dijo el Padre,
                                                             
                                                                pero, es justa esta alegría
                                                                pues tu hermano, que había muerto,
                                                               de nuevo a la vida  ha vuelto,
                                                               se encontró el que se perdía. 

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